Historia de un gerente de una de las grandes…
El Salvador.- Thomas Rüeger es el gerente país y director financiero de Holcim para toda la región. Emigró de Suiza a El Salvador hace cuatro años y asegura que el mar y la calidez de la gente lo han conquistado.
Más de 9,450 kilómetros separan de su natal Suiza, al gerente país de Holcim El Salvador y director financiero para Centroamérica, de la misma compañía.
Mientras en su ciudad de origen por estos días cae una nevada intensa, acá le toca soportar temperaturas que rondan los 35 a 38 grados centígrados, en una típica tarde de mayo.
Reside en El Salvador desde 2015 y ha elegido nadar en lugar de esquiar, lo que era su deporte de rutina por estos días.
No niega que extraña muchas cosas de su tierra – Winterthur, Suiza- pero disfruta de este país al que llegó por razones de negocios y del que reconoce que todavía lo asusta.
“Me asusta el tráfico”, sentencia Thomas Rüeger, el gerente país de Lafarge Holcim, una empresa multinacional suiza que fabrica materiales de construcción, tiene presencia en unos 80 países y emplea a unas 80,000 personas.
La empresa es considerada un gigante del cemento en el mundo y en abril de 2010 compró el 92% de las acciones de Cementos de El Salvador (CESSA), le cambió el nombre -a Holcim – y fortaleció su proyecto de expansión en Centroamérica.
De ahí que Thomas, que ya laboraba para la compañía desde 2007, fuera llamado a emigrar a la cálida tierra cuscatleca, para ocuparse de los asuntos financieros.
Ya había visitado El Salvador como parte de sus gestiones con la región, así que cuando en 2015 le dijeron que debía venir a vivir y a asumir el puesto de administrador de finanzas, comenzó la tarea de convencer a su esposa Milena y a sus dos hijos.
“A ella le preocupaba la inseguridad, solo eso había oído, y que hubiera buenas escuelas y cosas para los niños, pero vinimos a conocer y les encantó”, cuenta.
Un año más tarde, y ya instalado, lo nombraron director financiero para Centroamérica, y desde entonces debe visitar Costa Rica y Nicaragua, cada mes. Luego lo ascendieron a representante País y la responsabilidad aumentó.
Pero también creció su afecto por El Salvador, sigue asustado por la forma en que la gente conduce, pero una de las cosas que más disfruta es el mar, algo que en su ciudad natal no existe.
Aunque extraña esquiar junto a sus hijos, Johannes y Sophia, de ocho y diez años, lo sustituye con las clases de natación o las visitas a playas o cascadas.
Un gerente de puertas abiertas
Thomas es, en apariencia, un hombre serio, pero no es un europeo común. Él estrecha la mano con firmeza cuando saluda y disfruta de estar rodeado de gente.
De hecho ha entablado amistad con habitantes de pueblos como Tamanique o Tenancingo, lugares y amigos que descubrió por casualidad, cuando exploraba el país y que ahora visita a menudo.
Fuente: www.elsalvador.com