Lejos del mostrador
¿Qué tienen en común un actor de teatro y el dueño de un equipo de béisbol? Son ferreteros y les sobra energía.La pasión de Armando Flasterstein, dueño de Ferretería Arcal, es el teatro. Por las venas de Cristóbal Flores corre la fiebre del béisbol, y es que sus raíces nicaragüenses lo inclinan a ese deporte. La otra cara de ArcalEn medio del trajín diario de la administración de sus ferreterías, Armando Flasterstein encuentra tiempo para el arte.Recientemente actuó en la obra El Violinista en el tejado, en el Melico Salazar. Aunque asegura que es teatro aficionado, las taquillas agotadas en todas las presentaciones lo contradicen.La disciplina que caracteriza su forma de ser la aplica por igual en su vida de comerciante como en el teatro. Flasterstein lleva más de 18 años formando parte del Grupo Israelita de Teatro, G.I.T. El Violinista en el tejado se realizó con fines de beneficencia. En la primera presentación recolectaron ¢3 millones 600 mil, para el Hospital Nacional de Niños. En la segunda, aunque fue menos dinero, también representó una importante suma para ese hospital.Flasterstein asegura que el tener el papel principal en una obra en la que participaron 43 actores de alguna forma lo hizo llevar el liderazgo. »Nosotros ensayábamos seis días a la semana, yo nunca estuve enfermo, nunca falté a un ensayo, nunca me quejé, esa es mi forma de ser cuando asumo una responsabilidad.» Jugador de bancaCristóbal Flores, es dueño de la Ferretería Dicofer, la cual patrocina un equipo aficionado de béisbol de Primera División.El equipo Dicofer nació hace dos años, luego de que otra compañía que lo patrocinaba decidiera retirar la ayuda.Flores originario de Chontales, Nicaragua, se vino a nuestro país hace veinte años en busca de mejores oportunidades.Desde entonces, trabajó en varios lugares, hasta que logró establecer su propio negocio.Ahora cuenta con dos ferreterías de venta al detalle (Reyco y Dicofer) y además es distribuidor mayorista en Guanacaste, Zona Sur y Limón.Pese a lo agotador de este trabajo, Flores siempre tiene energía para un partido, pero sus influencias como patrocinador del equipo no le favorecen, pues el entrenador lo deja en banca como última opción.»Si el partido se va perdiendo o ganando por muchas carreras, es decir que ya nada puede cambiar el resultado, entonces me meten a mí», asegura sonriente, este jugador de banca.